Todas están relacionadas con la etnia de su comunidad. Los ortodoxos, que son la mayoría, eran una tribu eslava proveniente de Centro Europa. Por su parte, los islámicos llegaron de Turquía, los budistas de Mongolia y los judíos, principalmente los azquenazis, de Alemania.
En Rusia debe haber más de 70 millones de practicantes.
La historia del cristianismo en la antigua Rusia arranca con el viaje emprendido a los territorios de las tribus eslavas paganas orientales por el apóstol San Andrés.
Dicen que recorrió el territorio situado al norte del mar Negro hasta llegar al río Dniéper, donde se detuvo en las montañas de Kiev y bendijo la futura ciudad, hoy considerada “madre de las ciudades rusas”, en el momento de la adopción del cristianismo como religión oficial, en 988.
El nombre de suní, o sunita, proviene de la expresión "Ahl al-Sunna": la gente de la tradición.
Veneran a todos los profetas mencionados en el Corán, pero particularmente a Mahoma, quien es considerado el profeta definitivo. Para demostrar su grandeza, el 23 de septiembre de 2015 se inauguró la Mezquita Catedral de Moscú, la más grande de Rusia. El templo ofrece espacio para unos 10.000 fieles.
En el siglo XVII, momento en el que a la desembocadura del río Volga y a la región de Zabaikalie (territorio al este del enorme lago siberiano Baikal) llegaron de la región china de Zungaria tribus nómadas de kalmukos y buriatos. Kalmukia alberga el templo budista más grande de Europa. Los kalmukos tradujeron varios libros tibetanos, fundaron monasterios y difundieron su cultura.
En el momento de su máxima expansión los jázaros —paradójicamente, este mismo pueblo judío comparte origen con los jázaros turcos, lo que, de nuevo, acerca a estas dos religiones desde tiempos ancestrales— controlaban o tenían bajo control fiscal vastos territorios del sur de Rusia, Kazajistán occidental, este de Ucrania, gran parte del Cáucaso y la península de Crimea.
Pocos, pero poderosos, tras el tercer reparto de Polonia (1795) y la victoria sobre Napoleón en la guerra de 1812-1814, casi toda Polonia entró a formar parte del Imperio ruso y de este modo más de 700.000 judíos (en el censo se registraban solo hombres adultos que pagaran impuestos, así que la cifra real era mucho más alta) se sumaron al censo de la dinastía de los Románov.
Así, en treinta años, el Imperio ruso, que prácticamente no contaba con población judía antes de 1772, se convirtió con el país con mayor número de judíos del mundo.